Descubre por qué cada vez hay más personas con demencia, pero sorprendentemente menos diagnósticos que nunca

La demencia se ha convertido en uno de los mayores retos de la salud pública en el siglo XXI. Este conjunto de trastornos neurocognitivos afecta a millones de personas en todo el mundo, alterando no solo su memoria y capacidad de pensar, sino también transformando la vida de sus familias y cuidadores. A medida que la esperanza de vida y el envejecimiento poblacional continúan en aumento, se esperaba que los diagnósticos de demencia también crecieran de manera imparable. Sin embargo, un reciente estudio en Estados Unidos ha revelado una paradoja sorprendente: aunque cada año se detectan menos casos nuevos, el número total de personas que viven con demencia sigue aumentando. Esta situación nos lleva a cuestionar cómo entendemos la enfermedad y sus implicaciones sociales y sanitarias.

En este artículo, abordaremos esta compleja paradoja, analizando las razones detrás de la disminución en los diagnósticos nuevos y el aumento en la prevalencia de la demencia. También exploraremos los desafíos que esto plantea para las familias, los sistemas de salud y la sociedad en general, ofreciendo un panorama más claro sobre cómo enfrentar el futuro de la demencia con mayor preparación y empatía.

Índice
  1. ¿Qué es la demencia?
  2. El estudio: menos diagnósticos, más prevalencia
  3. Factores que contribuyen a la reducción de diagnósticos nuevos
  4. ¿Por qué aumenta el número de personas viviendo con demencia?
  5. Desigualdades y desafíos sociales en el contexto de la demencia
  6. Innovaciones en la atención y tratamiento de la demencia
  7. Recursos y apoyo para familias y cuidadores
  8. Newsletter PyM
  9. La pasión por la psicología también en tu email

¿Qué es la demencia?

La demencia es un término general que se refiere a un grupo de trastornos cerebrales caracterizados por un deterioro progresivo de la memoria, el pensamiento y la capacidad de realizar actividades cotidianas. No es una enfermedad única, sino un síndrome causado por diversas patologías, siendo la enfermedad de Alzheimer la más común, seguida por la demencia vascular y otras menos frecuentes como la demencia con cuerpos de Lewy o la demencia frontotemporal.

Los síntomas de la demencia suelen aparecer de manera gradual y empeoran con el tiempo, afectando la autonomía y la calidad de vida de quienes la padecen. Algunos de los síntomas más frecuentes incluyen:

  • Pérdida de memoria reciente
  • Dificultades para comunicarse
  • Desorientación en tiempo y espacio
  • Cambios en el estado de ánimo
  • Problemas para tomar decisiones

A pesar de que la demencia puede parecer un aspecto normal del envejecimiento, no lo es. La detección temprana es fundamental para planificar el cuidado y mejorar el pronóstico, lo que resalta la necesidad de un diagnóstico preciso y oportuno.

El estudio: menos diagnósticos, más prevalencia

Un reciente estudio que analizó datos de más de 25 millones de beneficiarios de Medicare en Estados Unidos entre 2015 y 2021 ha proporcionado información crucial sobre la evolución de la demencia en la población mayor. Los investigadores encontraron que la incidencia de nuevos diagnósticos de demencia, es decir, la proporción de personas que reciben su primer diagnóstico en un año determinado, disminuyó del 3,5% en 2015 al 2,8% en 2021. Esto sugiere que cada año, menos personas están siendo diagnosticadas con demencia por primera vez.

A pesar de esta tendencia, el estudio también reveló que la prevalencia, que se refiere al porcentaje total de personas que viven con un diagnóstico de demencia en un momento dado, aumentó del 10,5% al 11,8% durante el mismo periodo. En 2021, cerca de 2,9 millones de personas mayores, aproximadamente el 12% de los inscritos en Medicare tradicional, convivían con la enfermedad.

Esta aparente contradicción —menos casos nuevos, pero más personas afectadas en total— constituye la paradoja central que plantea el estudio. Para ilustrarlo, se puede pensar en una bañera: la incidencia sería el agua nueva que entra por el grifo (nuevos diagnósticos), mientras que la prevalencia es el nivel total de agua en la bañera (todas las personas que viven con la enfermedad). Si el agua entra más despacio pero sale aún más lentamente (porque las personas viven más tiempo con demencia), el nivel sigue aumentando.

Además, el estudio examinó las diferencias en incidencia y prevalencia según edad, sexo, raza y nivel socioeconómico, revelando variaciones significativas que añaden complejidad al fenómeno y subrayan la importancia de políticas de salud adaptadas a cada realidad.

Factores que contribuyen a la reducción de diagnósticos nuevos

El descenso en la incidencia de nuevos diagnósticos de demencia en los últimos años es un fenómeno multifacético. Uno de los factores más relevantes es la mejora en la prevención de enfermedades asociadas a la demencia, como las cardiovasculares. Estudios han demostrado que adoptar hábitos de vida saludables puede reducir significativamente el riesgo de desarrollar demencia. Algunos de estos hábitos incluyen:

  • Dieta equilibrada rica en frutas y verduras
  • Ejercicio físico regular
  • Control de la presión arterial y diabetes
  • Evitar el tabaquismo
  • Estimulación cognitiva a través de la educación y actividades mentales

Otro factor a considerar es el aumento de la concienciación pública y profesional sobre la demencia en las últimas décadas. La detección temprana se ha visto favorecida por campañas de sensibilización y mejoras en herramientas diagnósticas. Esto pudo haber generado un “pico” de diagnósticos anteriormente, que ahora se estabiliza o desciende a medida que se detectan los casos más evidentes.

Además, los cambios en los criterios diagnósticos y el acceso a los servicios de salud también pueden estar influyendo en las cifras. Algunas personas con síntomas leves pueden no recibir un diagnóstico formal debido a barreras culturales o porque los síntomas son erróneamente atribuidos al envejecimiento normal. La pandemia de COVID-19 también ha afectado el acceso a la atención médica, retrasando o reduciendo el número de nuevos diagnósticos en los últimos años.

Por último, es importante señalar que los datos provienen de registros médicos, que pueden estar sujetos a sesgos. La subestimación de casos en poblaciones menos atendidas o con menor acceso a servicios de salud es un aspecto a considerar. Por lo tanto, aunque la tendencia es alentadora, es fundamental seguir investigando para comprender a fondo las causas de esta disminución y garantizar que todas las personas tengan acceso a un diagnóstico temprano y preciso.

¿Por qué aumenta el número de personas viviendo con demencia?

A pesar de la disminución en los diagnósticos nuevos, el número total de personas que viven con demencia continúa en aumento. Este fenómeno se debe, en gran medida, a que las personas con demencia viven más tiempo que antes. Los avances en la atención médica, el mejor control de enfermedades crónicas y el acceso a tratamientos que ayudan a retrasar el progreso de los síntomas han permitido que los pacientes mantengan una mayor esperanza de vida, incluso después del diagnóstico.

El envejecimiento de la población también juega un papel crucial. A medida que la proporción de adultos mayores crece, también lo hace el número de personas expuestas a la enfermedad, lo que incrementa la prevalencia general de la demencia. Además, el mejor cuidado y apoyo social han permitido que muchas personas con demencia permanezcan en sus hogares o en residencias especializadas durante más tiempo, lo que aumenta su esperanza de vida.

Sin embargo, este aumento en la supervivencia presenta retos significativos para los sistemas de salud y servicios sociales, que deben adaptarse para ofrecer atención prolongada y de calidad. A medida que la población envejece y se incrementa el número de personas con demencia, es esencial que se desarrollen políticas adecuadas que aborden estas necesidades.

Desigualdades y desafíos sociales en el contexto de la demencia

El estudio también revela profundas desigualdades en la incidencia y prevalencia de la demencia según el sexo, la raza, la etnia y el nivel socioeconómico. Las mujeres, por ejemplo, presentan tasas más altas de demencia, lo que puede atribuirse tanto a su mayor esperanza de vida como a factores biológicos y sociales. Asimismo, los datos muestran que las personas negras e hispanas, así como quienes viven en áreas desfavorecidas, tienen un riesgo significativamente mayor de desarrollar demencia en comparación con la población blanca o quienes residen en zonas más acomodadas.

Estas diferencias reflejan desigualdades históricas en el acceso a la educación, la atención sanitaria y la prevención de enfermedades crónicas. También la exposición a factores de riesgo como el estrés, la pobreza y la discriminación puede contribuir a estas disparidades. Adicionalmente, existen barreras culturales y lingüísticas que dificultan el acceso a diagnósticos tempranos y a servicios de apoyo adecuados.

Abordar estas desigualdades es un desafío urgente que requiere no solo mejorar la equidad en el acceso a la salud, sino también diseñar políticas públicas y estrategias comunitarias que consideren las particularidades de cada grupo. Es crucial garantizar que todas las personas, independientemente de su origen o condición social, reciban un diagnóstico y atención de calidad.

Innovaciones en la atención y tratamiento de la demencia

En respuesta a la creciente prevalencia de la demencia, se están desarrollando innovaciones en la atención y el tratamiento. Estas incluyen enfoques multidisciplinarios para el cuidado, que integran médicos, enfermeras, terapeutas ocupacionales y trabajadores sociales, proporcionando un apoyo integral a los pacientes y sus familias. Algunas de estas innovaciones son:

  • Programas de atención centrada en la persona, que adaptan el cuidado a las necesidades individuales de cada paciente.
  • Terapias no farmacológicas, como la musicoterapia y la terapia de reminiscencia, que pueden mejorar la calidad de vida de los pacientes.
  • Uso de tecnología para el monitoreo remoto y el manejo de síntomas, facilitando el seguimiento de la salud de los pacientes.
  • Capacitación para cuidadores familiares, para brindarles herramientas y recursos que les ayuden a manejar la enfermedad de manera más efectiva.

Estas innovaciones no solo buscan mejorar la calidad de vida de las personas con demencia, sino también aliviar la carga que enfrentan los cuidadores, promoviendo un enfoque más humano y eficiente para el manejo de esta compleja enfermedad.

Recursos y apoyo para familias y cuidadores

El impacto de la demencia se extiende más allá del individuo diagnosticado, afectando de manera significativa a sus familias y cuidadores. Para brindar apoyo, existen diversos recursos disponibles. Estos pueden incluir:

  • Grupos de apoyo para familiares, donde pueden compartir experiencias y recibir consejos de otros en situaciones similares.
  • Asesoramiento psicológico para ayudar a los cuidadores a manejar el estrés y la carga emocional que conlleva cuidar a una persona con demencia.
  • Recursos educativos que ofrecen información sobre la enfermedad y cómo manejar sus síntomas.
  • Servicios de respiro que permiten a los cuidadores tomar descansos temporales mientras profesionales se encargan del cuidado de la persona con demencia.

Es fundamental que los cuidadores busquen apoyo y recursos disponibles para facilitar su labor y mejorar su bienestar personal, lo cual impacta positivamente en la calidad de atención que pueden brindar a sus seres queridos.

Para profundizar en los desafíos y esperanzas en el tratamiento de la demencia, te invitamos a ver el siguiente video:

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