Descubre los 7 errores que todos cometen al hablar de salud sexual en terapia y cómo evitarlos

La sexualidad es una de las dimensiones más fundamentales del ser humano, abarcando aspectos emocionales, relacionales, identitarios y culturales. A pesar de su relevancia, este tema continúa siendo un tabú, tanto para los pacientes como para muchos profesionales de la salud mental. En el ámbito de la psicoterapia, esta incomodidad puede manifestarse a través de silencios, evasiones y errores que obstaculizan un adecuado acompañamiento terapéutico.
- Errores comunes al abordar la salud sexual en psicoterapia
- 1. Evitar el tema de la sexualidad por incomodidad propia
- 2. Reducir la sexualidad al coito o a las relaciones genitales
- 3. Asumir que si el paciente no menciona su vida sexual, está todo bien
- 4. No tener formación en diversidad sexual y de género
- 5. Interpretar cada problema sexual como síntoma de un conflicto psicológico profundo
- 6. No revisar nuestros propios prejuicios o creencias
- 7. Olvidar que la salud sexual también es salud mental
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Errores comunes al abordar la salud sexual en psicoterapia
Los profesionales de la salud mental tienen la responsabilidad de abordar la sexualidad sin prejuicios ni tabúes. No obstante, existen errores frecuentes que pueden afectar significativamente el proceso terapéutico. A continuación, analizamos siete errores comunes que se cometen al tratar la salud sexual en consulta psicológica. Reconocer estos fallos es el primer paso hacia una práctica más efectiva y transformadora.
1. Evitar el tema de la sexualidad por incomodidad propia
Uno de los errores más recurrentes es no abordar el tema de la sexualidad debido a la incomodidad del terapeuta. Si el profesional no menciona la sexualidad, es probable que el paciente tampoco lo haga. La carga cultural de vergüenza y culpa en torno a este tema crea un ambiente donde lo sexual queda fuera del marco de la terapia.
Es esencial que los terapeutas examinen su propia relación con la sexualidad y reconozcan cualquier incomodidad que puedan sentir. La formación específica en sexología y la supervisión profesional son herramientas valiosas para abordar este desafío con mayor confianza.
- Recurso útil: "10 habilidades clave para ejercer en sexología clínica"
2. Reducir la sexualidad al coito o a las relaciones genitales
Otro error común es tener una visión limitada de la sexualidad, reduciéndola a la penetración o las relaciones genitales. Esta perspectiva excluye muchas otras formas de expresión sexual, como el deseo, la autoexploración, el erotismo, la fantasía y la sensualidad.
La sexualidad no se limita a conductas específicas; es una experiencia integral que puede manifestarse de múltiples maneras. Restringir su abordaje a lo genital ignora las diversas formas en que se expresa el deseo y el placer en la vida de las personas.
3. Asumir que si el paciente no menciona su vida sexual, está todo bien
El silencio no siempre indica bienestar. Muchas personas eligen no hablar de su sexualidad debido a factores como el miedo, la vergüenza o experiencias traumáticas. Si los profesionales no crean un espacio seguro para que los pacientes discutan su sexualidad, pueden pasar por alto una parte crucial de la identidad y el sufrimiento del paciente.
Una simple pregunta, como "¿Te gustaría hablar sobre cómo te sientes respecto a tu sexualidad?", puede abrir la puerta a conversaciones significativas y enriquecedoras.
- Lectura recomendada: "¿Para qué sirve la sexología?"
4. No tener formación en diversidad sexual y de género
La comprensión de la diversidad en torno al sexo y género es fundamental para ofrecer un acompañamiento adecuado en temas de salud sexual. A menudo, los profesionales operan bajo presupuestos heteronormativos o cisnormativos, ignorando el daño que esto puede causar a sus pacientes.
La falta de formación no solo limita la práctica, sino que puede perpetuar estigmas y llevar a la pérdida de pacientes. Familiarizarse con las realidades LGTBIQ+, las orientaciones y expresiones de género diversas, así como con modelos relacionales no monogámicos, es esencial en la práctica clínica contemporánea.
5. Interpretar cada problema sexual como síntoma de un conflicto psicológico profundo
Aunque es cierto que muchas disfunciones sexuales pueden tener causas emocionales, no todas las dificultades sexuales son el resultado de conflictos psicológicos. A veces, son provocadas por factores médicos, hormonales o efectos secundarios de medicamentos.
Patologizar la experiencia sexual sin un análisis adecuado puede incrementar la ansiedad del paciente, haciéndolo sentir inadecuado. Un enfoque responsable incluye la posibilidad de derivar a otros profesionales de la salud para una atención integral.
6. No revisar nuestros propios prejuicios o creencias
Todos los terapeutas tienen una historia personal que influye en su práctica. Sin embargo, si estas creencias interfieren en el acompañamiento terapéutico, se produce un conflicto ético. Los terapeutas pueden tener dificultades para validar ciertas prácticas o decisiones que no comparten.
La solución no radica en disimular estas creencias, sino en tomar conciencia de ellas y trabajar para no imponerlas al paciente. La supervisión y el autoconocimiento son cruciales para brindar una atención abierta y respetuosa.
7. Olvidar que la salud sexual también es salud mental
La Organización Mundial de la Salud define la salud sexual como un estado de bienestar físico, emocional y social relacionado con la sexualidad. Sin embargo, en la práctica clínica, se tiende a separar artificialmente los aspectos “psicológicos” de los “sexuales”, como si no estuvieran interrelacionados.
Incluir la sexualidad en el proceso terapéutico no es un extra, sino una parte integral de la salud mental. El deseo, el placer y las relaciones son factores que impactan directamente en el bienestar emocional. Ignorar estos aspectos es excluir una parte esencial de la vida de las personas.
Es crucial reconocer que la sexualidad sigue siendo uno de los temas más silenciados en la práctica clínica, a pesar de su importancia para la salud mental. Evitar los errores mencionados no solo mejora la calidad de la intervención, sino que también contribuye a humanizar la práctica terapéutica, permitiendo un acompañamiento más consciente y respetuoso.
En Psicomagister, nos comprometemos a ofrecer una formación en sexología clínica que sea rigurosa y accesible, enfocándonos en la ética y el trabajo personal. Solo a través del conocimiento y la sensibilidad podemos acompañar a quienes confían en nosotros sus historias más íntimas.
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