Descubre la sorprendente razón por la que tu hijo pequeño no para de quejarse

¿Te has encontrado en la situación de escuchar a tu hijo quejarse constantemente? Ese tono melódico y a la vez agotador puede ser difícil de manejar. Sin embargo, es un fenómeno común en la infancia y entenderlo puede transformar la manera en que respondemos. Te invito a explorar las razones detrás de estas quejas y cómo podemos acompañar a nuestros pequeños de manera efectiva y empática.

En este artículo, descubrirás por qué los niños tienden a quejarse y qué hay detrás de este comportamiento. También te presentaremos soluciones prácticas y respetuosas que te ayudarán a gestionar estas situaciones sin perder la paciencia.

Índice
  1. ¿Por qué se quejan tanto los niños?
  2. ¿Qué hay detrás de las quejas?
  3. ¿Qué no funciona ante el quejido?
  4. ¿Cómo podemos acompañar a nuestros hijos e hijas sin perder la paciencia?
    1. 1. Identificar el desencadenante
    2. 2. Anticiparse a las necesidades
    3. 3. Reconocer la emoción
    4. 4. Ser su calma
    5. 5. Buscar alternativas
  5. ¿Te interesa este contenido?

¿Por qué se quejan tanto los niños?

El cerebro de los niños está en constante desarrollo. Esto significa que a lo largo de su infancia y adolescencia, aprenderán a comunicarse y a interactuar con su entorno de manera más efectiva. En los primeros años, las habilidades comunicativas aún no están completamente formadas, lo que dificulta que los niños expresen sus sentimientos o necesidades de manera clara.

La queja, entonces, se convierte en una forma de comunicación. Los niños utilizan este tono para manifestar malestar, cansancio, frustración o necesidades insatisfechas. Diversos estudios han demostrado que este tipo de vocalización puede ser una forma de llamar la atención de los adultos y obtener una respuesta de ellos.

Un estudio realizado en 2011 identificó el quejido como parte del repertorio vocal de los niños durante episodios emocionales intensos. Según los investigadores, este comportamiento suele asociarse con sentimientos de tristeza o enfado, y puede ser un intento de autorregulación emocional.

¿Qué hay detrás de las quejas?

Las quejas de los niños no son necesariamente un signo de mal comportamiento. De hecho, pueden tener una función adaptativa. Por un lado, estas vocalizaciones pueden ayudar a liberar tensión, mientras que por otro, buscan generar empatía y un cambio en el entorno.

Es importante entender que cuando un niño se queja, está comunicando una necesidad no satisfecha. A menudo, los adultos se sienten confundidos porque las palabras que escuchamos pueden no coincidir con el contexto emocional del niño. Por ejemplo, si un niño se queja de un juguete que previamente había solicitado, podría estar experimentando sobreestimulación o cansancio.

La manera en que respondemos a estas quejas también es fundamental. Si no les enseñamos herramientas emocionales y comunicativas alternativas, es probable que continúen utilizando las que tienen a su disposición. Si no se satisface su necesidad, el comportamiento puede intensificarse.

¿Qué no funciona ante el quejido?

Las quejas o el "lloriqueo" son comunes entre los niños, sobre todo en la etapa preescolar. Este tono agudo puede ser un medio para expresar deseos insatisfechos o emociones intensas, además de facilitar la liberación de tensión acumulada.

A veces, los niños solo necesitan cercanía y consuelo, mientras que otras veces requieren un entorno menos estimulante. Debemos recordar que estas quejas son una herramienta que utilizan porque aún no han desarrollado estrategias de regulación emocional. Por ello, frases como "cálmate" no son efectivas.

Ignorar estas comunicaciones tampoco es una solución viable. Si lo que nuestros hijos necesitan es conexión y atención, tanto ignorarles como pedirles que se calmen no satisfará su necesidad y podría llevar a un aumento en la intensidad de su queja.

Algunos padres ceden ante las quejas para que cesen de inmediato. Si bien esto puede funcionar a corto plazo, no estamos enseñando a los niños a regular sus emociones ni fomentando su autonomía.

¿Cómo podemos acompañar a nuestros hijos e hijas sin perder la paciencia?

Acompañar el quejido no significa ceder ante todas las peticiones. Se trata de comprender el mensaje que hay detrás. Aquí te compartimos algunas estrategias que pueden resultar útiles para responder de manera empática y efectiva:

1. Identificar el desencadenante

Adoptar una actitud de curiosidad respecto al comportamiento de los niños nos ayudará a entender mejor sus necesidades. Observa los patrones que se repiten antes y durante las quejas. Pregúntate si el niño puede tener hambre, estar cansado o sobreestimulado, o si necesita un momento de conexión contigo.

2. Anticiparse a las necesidades

Siempre que sea posible, intenta prever y anticiparte a las necesidades de tus hijos. Por ejemplo, si sabes que tu hijo llega de la escuela sobreestimulado, prepara una merienda tranquila para que pueda relajarse y recargar energías.

3. Reconocer la emoción

Los niños están en un proceso de aprendizaje en el que desarrollan sus herramientas de regulación emocional. Nombrar las emociones que están sintiendo les ayudará a identificar lo que les ocurre. Con el tiempo, aprenderán a expresarlo de manera más efectiva.

4. Ser su calma

Dado que el cerebro de los niños aún está en desarrollo, necesitan que seamos su "corteza prefrontal auxiliar". Esto significa que si podemos ofrecerles un estado regulado y calmado, ellos también se irán ajustando y calmando. Además, al vernos a nosotros regulados, ellos aprenderán herramientas de regulación emocional.

5. Buscar alternativas

Como se ha mencionado, el quejido es una forma de comunicación que surge de la falta de herramientas adecuadas. En momentos de calma, podemos practicar juntos alternativas para que ellos puedan expresar sus necesidades de manera más efectiva.

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Para profundizar en el tema de cómo manejar las quejas infantiles, puedes ver este interesante video en YouTube:

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